25 de noviembre de 2011

Reflexión sobre la Violencia de Género




Sin ocupar tu aire, respiraré por ti (Ella Baila Sola)

Hay una forma de violencia de la que apenas se habla o sobre la cual se pasa de puntillas: la violencia verbal o violencia psicológica. Muchos hombres, con sus palabras, con sus actitudes verbales, con sus ironías (especialmente ironías en público), con sus gritos y sus manos a medio levantar, menosprecian y humillan a la otra persona. Por desgracia, prestamos más atención a la violencia física (que aparece en los medios de comunicación) que a la psicológica, que mina tanto o más, que desgasta y que derrumba a la persona cada día, poco a poco.

En la actualidad he podido observar cómo se está volviendo a usos amorosos que eran habituales a inicios del siglo XX, pero que mirados con la perspectiva de nuestros días y la modernidad consecuente suponen un retroceso significativo en la mentalidad de los jóvenes; es decir, he percibido una regresión generacional hacia cómo actuaban nuestros abuelos. Esto se traduce en algunas actitudes que se vislumbran de la siguiente forma:

1.- Se cuestiona la forma de vestir y de actuar de la pareja en sociedad; a veces, incluso, se hace ver a esta las cosas que no gustan en público, menospreciando delante de gente a la mujer: se suele hacer con ironía, con palabras hirientes pulcramente escogidas, o montando un ‘pollo’ (v. gr. ‘escenita’) en la que sale triunfante el hombre dominante sobre la mujer equilibrada. Tengo que añadir que esto es fruto de un complejo, inseguridad o trauma.

2.- Se registra el teléfono móvil. El individuo toma el aparato celular y revisa las llamadas, los sms, los textos recibidos, las fotos…, violando de esta suerte la intimidad de la pareja. A veces, la pareja se ve cohibida y no suele responder con normalidad esas llamadas o mensajes para evitar el doloroso trance de la ‘escenita’ que le producirá dolor por encima de cualquier otro síntoma.

3.- El chico tiene permiso (psicológico y social) para hacer cuanto le venga en gana en sociedad; la chica, por el contrario, debe recibir ese permiso (por ejemplo: salir con las amigas, asistir a una cena navideña,…) y si no lo obtiene debe renunciar en aras de la relación (que se esgrimirá como un todo por encima del cual están ambos) a la independencia que se tiene como ser humano, se esté emparejado o no.

4.- El individuo está autorizado para interactuar con otros de su especie; la chica no, la chica debe reprimirse de hablar con el sexo opuesto, por ejemplo. Y si lo hace debe estar presente su pareja, que supervisa la conversación.

5.- Los celos. Nadie ha descrito aún los celos como “la falta de respeto del individuo hacia la pareja”, es decir, la duda ofende y sobre todo ofende a quien se quiere, puesto que se pone en duda el respeto, la lealtad y la confianza. Los celos se usan como arma arrojadiza. Generalmente el maltratador es un celoso compulsivo, teniendo los celos como la actitud que desencadena los cuatro puntos anteriores que he descrito. Añado que desde el punto de vista psicológico los celos son un problema, pero no todos los celosos son maltratadores.

Parece absurdo que de esto se esté hablando en pleno siglo XXI, pero es así. Indiscutiblemente en los institutos hay un poso de este tipo de actuaciones que son fácilmente modificables mediante la educación y el fomento de la igualdad a través de tareas y actividades conducentes a establecer la normalidad de la convivencia. Lo peor en todo ello es la falta de solidez en la educación de casa y la mala imagen que se desarrolla por la televisión (eso que denominamos “telebasura”) en la que las mujeres se presentan casi como objetos y prácticamente como ‘algo’ sexual y los hombres como ‘macho dominante’.

Hoy, Día Internacional Contra la Violencia de Género, no sólo debemos educar en valores sino también reflexionar sobre el estado de cosas en nuestra sociedad y cómo combatir de forma efectiva esa lacra que nos sitúa más cerca de la Edad Media que del siglo XXI.

(Hoy, como se ha escrito, se celebra el Día Contra la Violencia de Género).

23 de noviembre de 2011

"Peatón versus conductor"



Un día de lluvia, tal como el de hoy. Tengo la monótona costumbre de salir a comprar el pan recién hecho y el periódico, esto último indisciplinado (un día El Mundo, otro El País; algún otro ABC; casi nunca ningún otro) y claro, viene de ello el problema.

Tú vas con las bolsas y observas que los conductores te salpican a mala leche; imagino que piensan “jódete capullo y mójate”, y es obvio que yo no tengo la culpa de sus frustraciones. Normalmente suelen circular sin luces, lo que es obligatorio. No respetan las señales de Stop y de Ceda el paso. Cuando salen (y esto es verídico: me sucedió tal que ayer) no tienen la obligatoria costumbre de mirar por los espejos: me barrunto que muchos piensan que los espejos sirven únicamente para mirarse mientras uno se hace la toilette.

Y es más, esas velocidades. En un día soleado y seco los automóviles van por el casco urbano a la velocidad que se denomina “pisando huevos, es decir, mirando hacia las aceras para ver a alguna chati mona (de tal guisa los trompazos, minichoques y demás temas de chapa y pintura); pero, claro, un día lluvioso, a toda pastilla, para mojar al personal y, de paso, frenar de mala manera y estamparse contra otro automóvil (que es, generalmente, el que circula bien).

Si yo fuera Guardia Civil, con la recaudación de un día lluvioso acabaría con el problema de la prima de riesgo.

21 de noviembre de 2011

"Los vecinos de Juan"



Juan llega cansado todos los días desde hace un año. Ya no se habla con su mujer; incluso algunas noches ni duermen juntos; él lo hace en el sofá, con la televisión de fondo, y como al despertar sobresaltado por la teletienda sufre de pereza y de insomnio, pues no se llega al dormitorio conyugal. Se lo decía la madre “hijo mío esa muchacha no es para ti”, obvio es que no se equivocó doña Ernestina y se debió haber ennoviado con María, la hija del fontanero. Ahora, veinte años después y tres churumbeles mediantes ya es tarde. Fábrica, sueldo, no llegar ni al quince del mes y así las cosas.

Los sábados trabaja medio día, así que pasa por el Bar Casa Juan y se toma dos o tres cervezas con los parroquianos, que tienen soluciones para todo, singularmente para arreglar el país en tres meses. Luego toca paella (eso sí, ha de reconocer que su mujer tiene mano para el arroz) y siesta. Fútbol de pago, que es su único lujo y poco más. Vida monótona sin remisión.

Pero… ahí está la choni de la vecina, una rubia de bote con dieciséis piercing esparcidos por toda la cara que saluda, todo hay que decirlo, pero que cuando viene su cani en el coche blanco a toda pastilla la música se enteran hasta en el Elíseo de París. Una vez quiso protestar, pero su mujer se mostró reacia (no hay más que señalar que el 20-N fue ella quien le preparó el voto; ¡menudo genio!) y es que el cani tiene pinta de entreverado. Ya se sabe que la camiseta de tirantes les da mucha autoestima.

Cada sábado la misma música del mismo grupo mismamente asqueroso… las canciones de amor pastoso y merengón, el cani saltando en el asiento; la choni que se sube y mientras se morrean un rato la música sigue. Así que, de seguir así, el próximo fin de semana les tira una botella vacía de J&B en el parabrisas, para que espabilen.

11 de noviembre de 2011

"Belleza"



La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.
(José Ortega y Gasset)

9 de noviembre de 2011

"La niña mala"



Hace un tiempo que la niña mala habita mi casa; que su veneno se extiende por mi alma. Y esta mañana he decidido hacer una terapia intensiva: contar la historia de la niña mala. ¿Acaso no tenemos todos alguna vez a alguien malvado en nuestra vida? Yo la tomo como es, ni más ni menos, con sus ratos de amor y sus ratos de odio; con sus pisadas de esquiva protagonista de cómic, años sesenta. Protagonista de cine. Cuando un escritor quiere hacer de algo historia o deshacerse de un demonio, lo pone por escrito. Y a mí el destino me hizo cruzarme con la niña mala.

Yo no me quejo. Yo no suplico ni implico ni compro ni vendo. Sólo digo que es la niña mala: ese veneno que lo impregna todo: los sueños, los cuentos, las historias, los poemas… Y cuando el veneno atenaza, sólo vale el antídoto
.


(Fragmento).

8 de noviembre de 2011

"Antes que el diablo sepa que has muerto"



Lo dijo Jack el otro día: “procura hacer todo el bien que puedas antes de que te visite el demonio”. Eso, así, en un bar del Medio Oeste, huyendo de la policía y sin rumbo acertado, te hace pensar; reflexionas de golpe sobre todo aquello que dejas detrás, en California. Pedí otro bourbon y seguí escuchando.

“Mi hija no me ha visto desde el 74. Fue la última vez que las visité en Palm Springs aunque más tarde se han mudado varias veces”, decía inexpresivo mientras sorbía un brebaje que haría estremecer los cimientos del Chrysler Building. “Las espío siempre que puedo, aunque la temporada que vivieron en Nueva York salí por piernas delante de la policía metropolitana”, añadía, ignorando mi presencia. Le servía de terapia.

“Se ha casado, tiene hijos, se graduó… todo lo que hace una joven como ella y yo no estaba allí; yo, amigo, soy un delincuente, un ladrón de bancos venido a menos; una suerte de gilipollas que no sirve para nada”, continuaba explicando. Yo sabía que era su interlocutor, pero él no pensaba en mí, era su interior el que hablaba…

“Déjalo, Mike, déjalo. Coge la vida ahora, búscate una chica, un trabajo, una casa; ten hijos… Antes que el diablo sepa que has muerto”.

5 de noviembre de 2011

"El hombre silencioso"



Nace el día lluvioso y salgo a pasear; botas altas, un paraguas y Merlín, el perro que guarda la casa correteando alrededor. El lugar es sombrío, tenue, incesante. El camino sinuoso, de tierra mojada que deja barro: hay algunas mujeres que vuelven del campo y labriegos que recogen enseres, que suben más tarde al carro municipal. Eso es hoy, un día extraño.

¿De qué huye un hombre silencioso?

Quise perder todo contacto mundano poniendo tierra de por medio. La dejé incluso a ella, allí, perdida en mitad de la civilización absurda y opresiva. Aunque a ratos me arrepiento, pero no daré marcha atrás.

Usted o la nada.

3 de noviembre de 2011

"El ángel enamorado"



Algunas veces quisiera conocer a una persona irreal, estar enamorado, por ejemplo, de alguien que no existe, de alguien a quien yo alimento, únicamente, en mi propio imaginario. Una persona que no me ponga en un brete, que no me haga elegir entre dos opciones, entre ella u otra persona otra cosa otra cuestión. Eso. Y no me vale un mito, no me sirve una actriz una pintora una cantante una escritora, no; únicamente me vale un ser inexistente. Dicen, además, que así la querencia el amor la ternura las caricias las acapara uno mismo, no las comparte y… tampoco existirán los celos: es el final de los celos.

Siempre dije que si los ángeles dejan de ser etéreos, seres que únicamente son sustancia de alma, debían ser mujeres, como en la Edad Media representaban en el teatro al Amor, siempre una delicada dama, muy femenina, perfecta: sin mácula alguna. Pero la censura me dice que no: uno llega un día al periódico, por ejemplo, y lo dice, y el redactor jefe o el director o el metomentodo de turno -que espero que no sea la secretaria, aquella muchacha que una noche me dejó tirado en mitad de la Gran Vía- me quita la cuestión. “No, los ángeles son los ángeles, no elucubres…”.

Siempre he esperado que en mi casa caiga una ángel, una de esas que aparecen en una conocida campaña publicitaria. La espero, la sigo esperando: que suene el timbre y se instale a vivir conmigo, sin más, sin avisar, irrumpiendo en desenfreno. Pero no lo tengo muy claro.

Mientras me conformaré con seguir silenciosamente interesado en una mujer morena que habita mis sueños y pasea mis mismas calles.

2 de noviembre de 2011

Una actriz... Celia Freijeiro




En la antigua Grecia la mímesis era un arte. Bueno, así lo veían ellos, tan filósofos para todo. Y quienes nos hemos deslumbrado siempre por el Teatro, esa leve representación del mundo, hemos creído que el espectáculo supera con mucho a la realidad. La realidad y el deseo se funden, indudablemente, como decía el magnífico poeta que fue Luis Cernuda. A los de la Escuela Española de Filología nos ha espabilado, generación tras generación, don Ramón Menéndez Pidal diciendo con más razón que un Santo que no hay nada sin Lope ni Calderón -y ya que estamos, sin Tirso ni Valle ni García Lorca ni, obviamente, Buero Vallejo-.

Hace tiempo que la interpretación es para mí esa doble cara de la Literatura: poner imagen a las mil palabras. Y España ha dado grandes nombres para la escena. Este 2011 yo he descubierto a Celia Freijeiro a partir de la televisión; aunque, bien es cierto, si una mujer que tiene todas esas capacidades -que desbordan el guión, así opino- y ha sido capaz de interpretar sobre las tablas una obra de la magistral Paloma Pedrero; en fin, una actriz así marca un registro, hace época y tiene futuro. Es fácil: los filólogos, esos desastrados intérpretes de la obra escrita -que somos capaces de disfrutar del libreto-, llevamos a la mente unos actores, quienes pensamos que están capacitados para recoger la esencia de aquello que el dramaturgo ha puesto por escrito.

A veces, incluso, los más arriesgados vamos tan lejos que adaptamos obras literarias a la medida del registro -por lo general aceptable- de un determinado intérprete. Pero eso, sencillamente, lo dejo para otras cosas que no son un Blog.

Celia (o Cecilia) Freijeiro tiene una mirada que dice mucho al texto; gesticula de una forma magistral; juega con la cámara -imagino que en el teatro olvidará que pisa un escenario- y su rostro dice mucho, aporta, completa, complementa, ayuda… Lo cual me alegra. Además porque es una actriz joven, también como todos los que nos movemos ahora después del ’75 y eso significa que es artista del siglo XXI. Y encima le pondría por música Anywhere Is de Enya.

Y, en fin, como tantos de nosotros hizo sus Américas en Estados Unidos, donde se graduó, lo cual curte e imprime carácter y ese acento sureño que no cogimos los que pisamos el Norte. En fin, que a esta gran actriz a la que deseo mucha suerte en adelante, la podemos ver en Homicidios, una serie junto a Eduardo Noriega que es de lo mejorcito que se ha hecho en España últimamente.