Desde el mismo instante en que cruzó su mirada con la mía... Desde ese segundo es que la llevo dentro, pero el tiempo pasa. Aprendí a quererla y a conocer sus 'cosas'; supe sus costumbres, sus gustos, sus manías. Reaccioné a su ira, a sus enfados. Me enseñó y fui buen alumno. Vibré con su sonrisa y con sus palabras. Me estremecieron miles de mensajes, me enternecieron sus confidencias; su confianza; su amistad... Aprendí a verla con otras personas... soporté sus ausencias, sus juegos de silencio-ruido. Cada día de cada semana en cada mes de cada año ella se fue afianzando en mí. Ella es Ella, con mayúsculas. Me costó ruido, furia; afirmarme, defenderla, hacerla mía... De todo eso el tiempo ha ido dando cuenta, dentro y fuera de mí. ¿Cuántas señales de humo le envié y no quiso o no supo leer...? Y esperé y espero y esperaría... Ahora ha llegado el momento del todo o de la nada, de volar, de irse lejos y de regresar... O de cruzar mi mirada con otros ojos y mis labios con otros labios... Me hice mayor y necesito la acción que requiere la serenidad, la madurez... de igual modo que yo esperé, quise, conocí, tuve paciencia, amé y lloré ahora debe ser ella... Cuando dejas de ser niño y te salen las alas es el momento de volar, con o sin ella... Ahí estuve, ahí amé, ahí esperé, ahí fui leal, amigo, camarada, fiel... El tiempo pasa y lo peor que a uno puede pasarle es perderlo.
1 comentario:
Pues sí.
Publicar un comentario